David de Arahal: Un corazón hecho arte
Días después aún sigo sin querer despertar, qué bonito es seguir soñando…!
15 de Noviembre 2024, luna llena…
El teatro municipal de Arahal se convirtió en un callejón, en EL CALLEJÓN DEL ARTE de DAVID DE ARAHAL, un callejón perfumado con jazmines azules y blancos y rosas de todos los colores…
En este callejón, se oye un maravilloso pregón de amores, unas mieles servidas en forma de armonía. David abraza a los grandes maestros, pero con una sensibilidad que sabe latir a un ritmo distinto y original. Arrastres, trémolos y ligados moldean su personalidad.
Todo comenzó con la voz en off de David, donde invitaba a disfrutar de cada suspiro, de cada latido…toda una declaración de intenciones. Comenzó con la granaína (Claveles rojos) acariciando la savia de los armónicos. Siguieron los jaleos que dan título a este trabajo, que desprendieron esencia añeja y sensibilidad soñada.
La soleá de los resplandores fue portentosa, falsetas que transportaban a la tierra matriz del flamenco, esencia pura, un corazón hecho arte. Con que solemnidad y flamencura hizo la caña, para recordar los cantes de Manolo «Ruizo», paisano de David, que regentaba una cafetería llamada San Francisco, de ahí el título de la pieza.
Después apareció la taranta, que empezó con la voz añeja de su amigo Rafael «El Guardacoches», para sumirse luego en un toque espiritual, dejando florecer emociones, esas que le alimentan el alma.
Los tanguillos, después de desgranar David la historia que le movió a llamarlos Jazmín (una vecina repartía cartuchitos de jazmínes por su calle), llenaron de olores primaverales la sala, aquí además contó con el hábil fliscorno de Juan Luis Jiménez que dió un aire fresco y alegre a esta composición.
Las bulerías (Azul y azabache) venían vestidas con precisos remates festeros, que levantaron olés a compás. Las seguiriyas dolieron como campanas en el mes de noviembre, catedralicia, arcaica e innovadora. En ellas, se acompañó del cante «templao», señorial, flamenco y genuino de Manuel de la Tomasa, que arrancó ayes de cante grande.
Las alegrías con la voz quebrada al dedicársela a sus padres, las interpretó con unos rasgueos que reflejaban Sanlúcar con una brillantez exquisita. A continuación, David nombró a su tío Antonio (El Nene) para dedicarle el tema Poema de mi Soledad, de Quintero, León y Quiroga. Junto con un cuarteto de cuerda (Marina Zarzoso, Elisa Prenda, Elena Yruela y María Manchón) sutil y delicado, que supieron adornar aún más el toque de David, recreando un espacio musical, que nos hizo disfrutar de una dulce y amable soledad ¡Qué hermosura!
Y para terminar, subió al escenario la gran Sandra Carrasco, (una voz que llamo fragua de caramelo), para interpretar unas bellísimas sevillanas dedicadas al maestro Enrique Morente, letra de Manuel Portillo (también de Arahal) y música del mismo David, aquí estuvieron acompañados también del cuarteto de cuerda.
¡Qué final más apoteósico y maravilloso!
A la segunda guitarra le acompañó Ángel Vera, un joven con un gran futuro, por sus enormes cualidades, olé tú Ángel! A la percusión, Lito Manez, casi «ná», grandísimo músico. Y a las palmas Los Hermanos Gamero, que supieron arropar los toques de David con su habitual talento. También destacar a los técnicos de luces y sonido, Antonio Sánchez y José Maldonado por su extraordinario trabajo.
Una noche donde se volvió a demostrar que cuando la sensibilidad y el talento florecen, hasta el tiempo se detiene para contemplarlos. Gracias David por invitarnos a pasear por los callejones de tu corazón y tu alma.
Cuando suena su guitarra
se paran hasta los vientos,
mientras el silencio besa
las cuerdas del tiempo.
Escrito por: Francisco Auxilia.
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