Gabriel de la Tomasa y David de Arahal en Torres Macarena
Torres Macarena había tildado en las redes el sábado 25 de Enero como día señalaíto. Y lo era porque confluían sobre las tablas de la peña de la Calle Torrijiano dos artistas que gozaban del cariño y el respeto de la afición macarena.
Por un lado, Gabriel de la Tomasa, el miembro de esa casa cantaora que menos se prodiga por estos terruños al estar afincado en Madrid. Por otro David de Arahal, insultantemente joven y llamado a tocar los cielos de la guitarra en un futuro no muy lejano. Se palpaba en el ambiente que eran dos artistas esperados por esta afición.
Los Tomasa son muy queridos en Torres Macarena y los socios más veteranos suelen recordar anécdotas y vivencias de todos ellos, sobre todo del abuelo de Gabriel, Manuel Pies Plomo que pasaba en la peña todo el tiempo que podía y más.
El propio Gabriel recordó desde el escenario como, de niño, se dedicaba a jugar al escondite con el Perla y Manolo Brenes hijo por el patio y la azotea de la Peña mientras su padre José y su abuelo Manuel se reunían con los cabales.
De todos los “tomasas” Manuel es el más Pies Plomo de todos ellos. Lo lleva dentro. Manuel Georgio Pies Plomo, macareno de la calle Ciego, había sido pescador de río y en el mismo Guadalquivir los pescadores del Zurraque le enseñaron los cantes de Ramón el Ollero.
Gabriel de la Tomasa también está macandé con la cosa de la pesca, tiene una afición desmedida por ella, una afición que ha pescado en el recuerdo de su abuelo Pies Plomo, de quien ha pescado también esa forma de hacer de dulce esos mismos cantes de Triana con el mismo eco y el mismo paladar.
Cuando Gabriel de la Tomasa entonó aquello de “yo no conocí a mi mare, tuvo que ser ella mu buena por lo que lloró mi pare” la afición de Torres Macarena había entregado ya la cuchara y estaba entregaíta a los melismas que salían de la garganta de Gabriel que sorprendía en cada nuevo cante, ligando los tercios de una manera extraordinaria.
Hubo otros momento cumbres: las cantiñas casi al inicio, o el comienzo de la segunda parte con el romance de José el Negro que engarzó con una bulería para rematar por alboreá de una manera sublime. Gabriel de la Tomasa es un cantaor de amplio espectro, tiene la virtud de hacer cositas y ofrecer cantes no habituales en el repertorio y renovar las letras y eso lo agradece la afición.
Planteó el recital como un muestrario de una tienda de delicatessen con manojitos a su vez variados de los más diversos estilos. Abrió por farrucas para seguir por cantiñas, levante y cerrar por malagueñas y abandolao la primera parte.
En la segunda parte puso caro el pescado por romances y soleares, ofreció un variado de fandangos, del que destacó el del Carbonero, para cerrar por bulerías con un fin de fiesta invitando a familiares y amigos a subir al escenario.
Brillaron en el fin de fiesta su sobrino Manuel y Natalia Marín, artista versátil que pide a voces que se le preste más atención y que sorprendió llenando también con su baile las tablas de Torres Macarena mientras sonaban las bulerías de cierre en la voz de Gabriel de la Tomasa.
Dejamos para el final el capítulo de la guitarra. Hemos dicho que se esperaba a David de Arahal pues había sorprendido a la afición de Torres Macarena en ocasiones anteriores.
No se puede tocar mejor, ofreciendo siempre el estribo al cantaor para que cabalgue sobre los cantes, bordándolo en las falsetas, sin ser el protagonista, sin golpear la guitarra, todo lo contrario, mimándola con sutileza.
Da gusto escuchar a David de Arahal, ha crecido mucho en los últimos años gracias a su enorme afición y a su entrega por entero a la guitarra a la que le dedica muchas horas al día. Pese a su juventud no es efusivo tocando sino templado, reposado, se diría que hasta pastueño, con una madurez impropia de las fechas que aparecen en su carnet de identidad.
No cabe duda que en el futuro nos tiene que dar muchas alegrías a los aficionados este millennial del Arahal, nacido con el siglo en marcha, que encandiló con su toque a la afición de Torres Macarena. Fue un buen ratito, sí señor, el que echamos en la calle Torrijiano. Flamenco de paladar, que es lo que nos gusta.
(Crónica realizada por Miguel Camacho)
Fotografías
Vídeo
Más Momentos en nuestra sección.
¿Necesitas grabar tu momento?
No dudes en contactar con nosotros, para obtener la información que desees.
Deja una respuesta